viernes, 5 de agosto de 2011
Cioran: De lágrimas y de santos
"No es el conocimiento lo que nos acerca a los santos, sino el despertar de las lágrimas que duermen en lo más profundo de nosotros mismos. Entonces únicamente, a través de ellas, tenemos acceso al conocimiento y comprendemos cómo se puede llegar a ser santo después de haber sido hombre".
"Por el beso culpable de una santa, aceptaría yo la peste como una bendición".
"El límite de cada dolor es un dolor aún mayor".
"¡Levantar bajo la amenaza del látigo bloques de piedra, pero verlos entrar en la eternidad y sentir nacer el vacío alrededor de las pirámides mediante la deserción del tiempo...! El último esclavo estaba más cerca de la eternidad que cualquier filósofo occidental. Los egipcios vivían en el éxtasis del sol y de la muerte. Para nosotros, el cielo se ha convertido en una lápida fúnebre. El mundo moderno ha sucumbido a la seducción de las cosas acabadas".
"Señor, ¿no eres tú más que un error del corazón, como el mundo es un error del espíritu".
"Sólo creemos en Dios para evitar el torturador monólogo de la soledad. ¿A quién, si no, dirigirse? Al parecer, El acepta de buena gana el diálogo y no nos guarda rencor por haberle escogido como pretexto teatral de nuestros abatimientos".
"El vino ha hecho más por acercar los hombres a Dios que la teología. Hace tiempo que los borrachos tristes -¿y los hay que no lo sean?- han superado a los eremitas".
"El único mérito de los filósofos es haberse ruborizado, de vez en cuando, de ser hombres. Platón y Nietzsche son una excepción: su vergüenza no cesó jamás. El primero intentó arrancarnos del mundo, el segundo hacernos salir de nosotros mismos. Ambos podrían dar una lección a los santos. El honor de la filosofía queda así salvado".
"Dios se instala en los vacíos del alma. Se le van los ojos tras los desiertos interiores, pues al igual que la enfermedad, se arrellana en los puntos de menor resistencia. Una criatura armoniosa no puede creer en El. Fueron los enfermos y los pobres quienes le dieron a conocer, para uso de atormentados y desesperados".
"Debemos pensar en Dios noche y día para desgastarlo, para «trivializarlo». Sólo lo lograremos provocándole sin cesar, hasta que nos hartemos de El y llegue a sernos indiferente. La insistencia con la que se instala en nuestro espacio interior acaba resultándole fatal".
"Desprecio al cristiano porque es capaz de amar a sus semejantes de cerca. Para volver a descubrir al hombre yo necesitaría el Sahara".
"Hay en la obsesión de lo absoluto un gusto por la autodestrucción. De ahí la fascinación que ejercen el convento y el burdel. «Celdas» y «mujeres» por todas partes. El asco de vivir crece tanto a la sombra de las santas como de las putas".
E. M. Cioran. De lágrimas y de santos. Traducido por Rafael Panizo. Barcelona: Tusquets, 2002.
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